Recuerdo la imagen que tenía en mi cabeza del Café Libertad 8 cuando siendo adolescente los cantautores que me empezaban a gustar (Ismael Serrano, Javier Álvarez, Pedro Guerra, Tontxu) hablaban de él como el lugar donde comenzaron a cantar. Esa imagen era la de un lugar mágico donde siempre había un cantautor actuando, era la imagen de un sitio inalcanzable para un quinceañero de una ciudad de provincias como yo, y era la imagen de un bar donde cada noche el arte, la música y la poesía se debatían entre el candor de las conversaciones y el silencio de los vasos vacíos y los ceniceros llenos de colillas. Aquella imagen que yo tenía se construía desde la imaginación y las ganas de algún día llegar a conocer el Café Libertad 8. Pasaron los años y los azares de la vida hicieron que cambiara el código postal de los formularios y la geografía de mis bostezos. Vine a vivir a Madrid y una de las primeras cosas que hice al llegar a esta ciudad fue visitar el número 8 de la calle Libertad. Aquel veinteañero que se plantaba una tarde de finales de septiembre frente a la rojiza puerta de madera del Café Libertad 8, ajustaba cuentas con el quinceañero que, años atrás, había soñado con estar ahí. Y la imagen que aquel quinceañero tenía de aquel local resultó ser parecidam, pero no igual, a lo que el chaval de veinte años vió en su primera visita y en las posteriores al Libertad 8. La realidad a veces supera a la imaginación.
Y así es, según mi opinión, el Café Libertad 8: un lugar donde la realidad supera a la imaginación. Porque entre las paredes, y bajo las vigas de madera, del Libertad 8 hay mucha imaginación, hay mucha manera de querer sentir y de sentir sin límites, hay mucha cercanía con el artista, mucha buena música, mucho suspiro contenido y mucho instante inolvidable en noches para recordar. En el Café Libertad 8 de Madrid han actuado muchos de nuestros mejores cantautores como la gloriosa tanda de los noventa (Pedro Guerra, Ismael Serrano, Javier Álvarez, Rosana, Tontxu, Quique González, Jorge Drexler, etc), como los que convivieron con los anteriores o vinieron después con mucho talento y que son referencia para los que ahora empiezan (Carlos Chaouen, Antonio de Pinto, Luis Felipe Barrio, Matías Ávalos, Paco Cifuentes, Miguel Dantart, Alejandro Martínez, Kiko Tovar, Bebe, los hermanos Joaquín y Chiqui Calderón, Alfonso del Valle, Marwan, Luis Ramiro, Fran Fernandez, Paco Bello, etc.) y como los que actualmente reinventan el género y componen una nueva generación más que interesante (Andrés Suarez, Rozalén, Iñigo Coppel, Dani Fernán, Patricia Lázaro, El Kanka, Alberto Alcalá, Pedro Pastor, Muerdo, Mundo Chillón, Road Ramos, Dani Flaco, Andres Sudón, Alberto Ballesteros, Manu Clavijo, etc). El Café Libertad 8 a lo largo de los últimos veinte o veinticinco años, de los cuarenta que lleva abierto, ha programado a los mejores cantautores de nuestra historia. El porqué está claro: el Libertad 8 ha apostado por la canción de autor en épocas de vacas gordas (digamos los años noventa) y en épocas de vacas flacas cuando las modas musicales obviaban a los cantautores o la crisis económica no permitía a la gente salir tanto convirtiendo las salas de conciertos en auténticos desiertos. Por lo que si un local tiene una oferta cultural tan intensa como la del Café Libertad 8 es más que probable que por su escenario pasen los mejores, ya que por su escenario, incansable en su compromiso cultural y de ocio, habrán pasado muchos de los que han hecho canción de autor, y en este último grupo están incluídos por supuesto los mejores. Por lo que desde aquí expreso mi agradecimiento al Café Libertad 8 por su tenacidad y ánimo de apostar siempre por la canción de autor luchando contra modas, crisis y desavenencias varias. Como canta Tontxu en su canción La flor de la Mandrágora: en libertad las flores siempre resucitan. ¡Larga vida al Café Libertad 8!
En este trimestre de final de año el Café Libertad 8 cumple cuarenta años y para celebrarlo ofrece una cartelera que para cualquier amante de la canción de autor es un auténtico sueño. Tanto es así que yo tuve que mirarla varias veces para creérmela y todavía a veces dudo si estaré soñando.