Artista: Gatoperro
Lugar: Sala Galileo Galilei (Calle Galileo 100, Madrid)
Fecha: 13 junio 2017
Si hubo un tiempo de silencio fue un garabato en un papel arrugado. El concierto de Gatoperro en la Sala Galileo Galilei el pasado 13 de junio fue un arrebato de viento eléctrico, un paisanaje del rock’n’roll, un ejército musical sin marcialidad pero con puntería, un átomo girando en el universo para hacer que este implosione con cada canción. Si el disco Cowboys me parece un álbum intemporal que recién publicado me suena a nuevo y a clásico a la vez, la puesta en escena de ese trabajo en la sala madrileña fue algo parecido: un concierto de rock de cuando éramos jóvenes, un concierto para sentirnos jóvenes, con canciones que se disparaban sin rencor, sin muchas palabras entre tema y tema, con mucha electricidad y guitarras voladoras (Iñigo Coppel demostró, una vez más, que como guitarrista es muy bueno pero como guitarrista arreglista es de los mejores), una banda compenetrada y comprometida con el rock, y muchas muchas muchas buenas canciones de toda la trayectoria del autor de Noches alegres, mañanas tristes.
Antonio Hernando abrió la velada, y fue invitado también en uno de los mejores momentos a mitad de la noche cantando a dúo con Gatoperro el tema La cama del faquir llevándolo hasta la frontera entre el cabaret y la psicodelia. Gatoperro, con su pose de rockero, se acompañó de Jairo Martín al piano (el primer pianista con manos de cirujano que sabe donde y cuándo tocar para que sangre el corazón), de Iñigo Coppel a la guitarra (culpable desde mi opinión de que el concierto fuera uno de los mejores que ví en mi vida porque con su complicidad con el cantante y sus dotes de guitarrista hizo crecer infinitamente a las canciones ya enormes), de Chiloé a la batería (para que sangre el corazón primero hay que hacerlo palpitar con ganas) y de Pato Frank al bajo (guardando el equilibrio perfecto en una banda que si no llegó a volar (musicalmente hablando) poco le faltó). El repertorio elegido por el artista vallisoletano supo combinar perfectamente canciones del disco Cowboys (del que no faltó ninguna por cantar incluyendo el duo en directo con Patricia Lázaro en Poltergueist) y de discos anteriores como Doctores, Borracho profesional, Te follaste a mi mejor amigo (con ese toque blues que Coppel le dió a la ranchera), Vida de gato o Moscú del trabajo Noches alegres, mañanas tristes; así como temas rescatados del primer álbum de Gatoperro como la gran versión de La cama de faquir junto a Antonio Hernando y la sugerente La chica del gangster donde Gatoperro mostró sus dotes de frontman cuando suelta la guitarra que le deja aullar pero no gatear por los ladridos. El concierto acabó con la gente en pié coreando los Buenos Viejos Tiempos (VBT) cual si fuera un himno de nuestra historia rock y celebrando la magnífica Cowboys. Ahí te quedas Madrid con tu jersey marrón y el recuerdo de un concierto majestuoso. ¿Y dónde estabas tú el día que Gatoperro nos cantó Cowboys?