El pasado 26 de abril bajo el lema «Madrid vuelve a moverse con Luis García Montero» en la sala La Riviera se dieron cita varios artistas mostrando su apoyo al candidato de Izquierda Unida a la Comunidad de Madrid: Luis García Montero. Entre la gente que cantó aquel lluvioso domingo de primavera en la sala madrileña estaban cantautores como Javier Ruibal, Paco Cifuentes, María Rozalen, Quique González, Miguel Rios y Joaquín Sabina.
Hay dos cosas que tradicionalmente han caracterizado a la canción de autor: una es su relación con la poesía, la sensibilidad de la canción de autor calcifica en el mismo estrato en el que se solidifican los poemas; la otra es el compromiso que ha tenido, sobre todo durante los últimos años de la dictadura franquista y los primeros tiempos de la democracia, con las causas sociales y con ciertos movimientos políticos. Por lo que me alegra que varios trabajadores de la canción de autor acompañen al poeta Luis García Montero, él que a tantos ha acompañado con sus versos, en su propuesta electoral. Y por supuesto me alegra que se vuelva, aunque en menor o mayor medida nunca nos hemos ido, a la esencia reivindicativa del artista comprometido con el tiempo que le ha tocado vivir, que se regrese al artista que se moja y muestra su opinión publicamente.
Dejando a un lado el sentido político que tenía el concierto del 26 de abril, desde un punto de vista musical fue una velada maravillosa. La tarde, tras unos versos que leyó Juan Diego, la abrió Javier Ruibal con Sueño que te sueño y Tu piloto cariñoso. Tras la actuación de Soleá Morente llegó el turno de Quique González que cantó la canción Clase Media y junto a César Pop musicalizó un poema de Luis García Montero. María Rozalén y Paco Cifuentes cantaron a dúo la canción Tu boca de éste último, y la cantautora manchega en solitario hizo bailar al respetable con su Saltan chispas. Actuaron Rebeca Jiménez, Leiva y Ruben Pozo antes de que llegara el primer plato fuerte de la noche (aunque es extraño decir «plato fuerte» cuando el plantel de artistas que ya habían actuado era impresionante: músicos de una calidad y un prestigio impresionante). Cuando Miguel Ríos subió al escenario el ambiente todos los asistentes sentimos que es verdad eso que se dice de «Madrid al cielo». El granadino ofreció un recital maravilloso de unos 40 minutos de duración. Bien acompañado por una buena banda (capitaneada por el gran Jose Nortes) compartió con un publico entregado, que no dejaba la voz del artista sóla en el viento de la tarde, una selección de grandes canciones como Bienvenidos, El blues del autobús, Un caballo llamado muerte, Generación límite y para cerrar una emocionante, coreada por todos los asistentes, Santa Lucía. Tras Miguel Ríos llegó el turno de Joaquín Sabina. Si con Miguel Ríos la gente había disfrutado y había cantado casi todas las canciones, con Sabina eso se amplificó a límites indescriptibles. En cuanto el flaco de Úbeda puso un pie sobre las tablas, la sala entera explotó en aplausos gritando el nombre, más bien el apellido, del artista. Sabina regaló, acompañado de toda su banda, un show de algo más de 30 minutos. Grandes canciones como 19 días y 500 noches, Ahora que…, Más de cien mentiras, Una canción para la Magdalena sonaron cuando ya la noche ganaba la batalla a la tarde. Para cerrar el acto, con Luis García Montero junto al resto de invitados sobre el escenario, Joaquín Sabina y Miguel Ríos cantaron una versión de la canción Pongamos que hablo de Madrid que decía Pongamos que gana Luis.
Fue el 26 de abril una buena tarde de música, pero también fue el compromiso de los artistas, de los trabajadores del arte y de la canción, con la política. Fue el 26 de abril el día cuando se dijo varias veces que es el momento que la poesía tome el poder; y no puedo estar más de acuerdo con ello. Ojalá que el próximo 24 de mayo el corazón palpite desde la izquierda.
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