Atlántida: el mito, la isla sumergida, el continente perdido. La tierra descrita por Platón y habitada por la civilización perfecta que desapareció de los mapas y descansa dormida bajo las aguas, posiblemente, del mar Mediterráneo. Atlántida: cuna de conocimiento y símbolo del porvenir perdido.
El rock: el mito, la música sumergida, el contenido perdido. La forma de vivir que tantos y tantos han intentado describir: desde Chuck Berry hasta los Rolling Stones pasando por Bruno Corrales y su blog Rock Sumergido. El rock es la civilización imperfecta, y en esa falta de perfección reside su belleza y su halo transgresor que engancha y agita las almas. El rock es tierra de conocimiento, de ritmos y electricidad, que duerme y despierta bajos las aguas de la música comercial que copa las ondas y los televisores. El rock símbolo de un porvenir que nunca queremos dar por perdido. El rock siempre sumergido: bien en un blog (www.rocksumergido.es) o bien en el sótano de Delia Records Store en los acordes de la guitarra voladora de otro Platón, pletórico neofilósofo del arte de ser juglar, llamado Iñigo Coppel.
El pasado miércoles 7 de octubre el blog Rock Sumergido celebraba su séptimo aniverario y lo hacía con un concierto del artista vasco Iñigo Coppel en el sótano de Delia Records Store. Iñigo Coppel, demasiado cantautor para ser rockero y demasiado rockero para ser cantautor, subía al escenario con intención de dar la vuelta a la tarde con canciones del disco En el Olympia y con temas inéditos que se publicarán en su nuevo disco que saldrá al mercado a principios del próximo año 2016. La guitarra voladora de Coppel está dada la vuelta, es una manera de
decir que es una guitarra para zurdos; pero es que sus canciones también están dadas la vuelta, y otra vuelta y otra más y mil volteretas más porque tiene el juglar vasco una manera especial de componer: historias que divierten, letras que reflexionan y hacen reflexionar al oyente, tango y rock, balada y blues, pequeños relatos inventados que son películas sonoras en super ocho, en tres por cuatro y en doce compases. Sonaron aquella tarde en Delia Records Store canciones como Blues hablado sobre el mayor fan de Bob Dylan del mundo, Madrid para cuerdos y bienhechores, Si algún día yo muriera, las divertidas Oiga, que hubieran estudiado y Laura y las desventuras del joven Coppel, la ocurrente Tango del amante traicionado, la desgarradora Serenata para C… así como temas inéditos que ya hemos podido escuchar en conciertos anteriores de Iñigo Coppel como el tango Éramos tan jóvenes, la impresionante 14 de enero o las versiones Odio a los number one de Los Enemigos y Ver a un amigo llorar de Jacques Brel. Pero si el día era especial, ya que se celebraba el cumpleaños de un blog musical de referencia, no podía faltar algún regalo en el repertorio como una hermosa canción que Iñigo Coppel le escribió a una mujer que conoció junto a la tumba de Jim Morrison, o la que cerró el concierto titulada Coppel viaja al siglo XVII y se enrola en un barco pirata rumbo a la isla de Libertalia.
En el estribillo de la canción dedicada a la chica que depositaba flores sobre la tumba de Jim Morrison, canta Coppel: «la vida está ahí fuera». Y así, un 7 de octubre del 2015 en un sótano, celebramos que la vida está ahí fuera. Que la vida sigue, que los mitos son recuerdo, que los grandes rockeros del pasado duermen bajo las flores, que las lágrimas son las cicatrices de las aguas de un mar que sumerge las islas de la Antigüedad. En los bajos de Delia Records Store, en una tarde de otoño, celebramos un año más del blog Rock Sumergido y disfrutamos del talento de Iñigo Coppel. Sumergidos en las entrañas de la ciudad celebramos el porvenir, del que escribe en su blog y del que canta en un escenario, y aprendimos que encontraremos Atlántida mirando hacia el horizonte mientras bailamos en las profundidades.
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