Uno de los discos que más ganas tengo de escuchar es el que Pedro Pastor va a sacar dentro de unas semanas: SoloLuna. Tengo ganas de que llegue ya el 23 de febrero y se publique ese nuevo álbum desde que hace unos meses me enteré que lo estaba grabando, y esas ganas aumentaron al escuchar hace unos días el primer adelanto Sin flor y ahora lo han vuelto a hacer con el segundo single Centro.
Imaginemos, hagamos ese ejercicio de salud mental, ese globo que hinchábamos cuando siendo niños teníamos la mirada limpia y la ilusión intacta. Ese globo en el que soplábamos a intervalos, cada vez poniendo los labios de una manera diferente, y que cuando estaba lleno de oxígeno lo soltábamos sin haber atado su boca. El globo comenzaba a girar por el aire, recorriendo toda la habitación con giros anárquicos y trayectorias dichosas, mientras que intentábamos seguirlo con la vista, esa mirada limpia de niño, pero no podíamos porque estábamos plenos de alegría y absolutamente repletos de energía (como si ese aire que acababa de salir del globo hubiera ido directamente a nuestros pulmones y tendríamos en el pecho una selva inmensa). Esa imagen, la del globo, es la que me viene a mí a la cabeza cuando escucho Centro de Pedro Pastor. Es Centro un globo que alguien, con mirada limpia y la ilusión intacta, ha hinchado con soplidos musicales: coros del sur del Mundo, un punteo de guitarra repleto de luz, palmas, ritmo en un aliento, compás con las manos y una letra con dos ojos abiertos. Pedro suelta ese globo que es Centro y comienza a girar alrededor de ti y te llena los pulmones mientras intentas seguir con la mirada una canción que gira y conquista el aire.