Artista: Alberto Alcalá
Lugar: Sala Clamores (C/Alburquerque 14, Madrid)
Fecha: 5 junio 2019
«Y yo me siento hueco / de pasión y de música» decía Federico García Lorca en su poema Si mis manos pudieran deshojar, y, así, me sentí yo el miércoles por la noche en la Sala Clamores mientras Federico cumplía 121 años y Alberto Alcalá ofrecía un concierto de una magnitud musical y emocional difícil de mesurar. Expresar con palabras lo que el cantautor andaluz ofreció a su público desde el escenario de la Clamores es francamente casi imposible, por lo que me voy a limitar a intentar describir lo que ví y lo que oí el pasado miércoles y dejaré para el patrimonio sentimental el ánimo de haber querido escribir una crónica que sude y que tiemble en cada sílaba… como en cada nota y en cada palabra que emitió Alberto Alcalá en Clamores temblaba el aire y se amparaba la verdad del recuerdo.
Sin duda había ganas de un concierto de Alberto Alcalá en Madrid porque pasados unos minutos de las diez de la noche, cuando el artista antequerano salía al escenario la ovación fue grande como grande fue también el silencio que se creó cuando Alberto se sentó y con la guitarra eléctrica ofreció la canción Azul con una delicadeza que en cada nota que vibraba en el metal de las cuerdas hacía vibrar también cada respiración contenida en la sala. Tras ese arranque tan magnífico del concierto subieron al escenario los músicos Nasrine Rahmani (percusión), Alvaro Navarro (guitarras y tres cubano) y Mario Carrillo (contrabajo). Con Migraciones, tema del disco Tragaluz que se estaba presentando esa noche, comenzó el repertorio con toda la banda sobre la madera y a él le siguieron Provincianita, Aviones y Balanza… resaltar la maravilla de puente y de ambiente musical que crearon los músicos al terminar Aviones y comenzar la maravilla de canción que es Balanza. Tras esas primeras canciones llegó el turno para el productor del disco Tragaluz, Leo Minax, quien subió al escenario a compartir, al igual que en la grabación, junto a Alberto el tema Temblor. Luego llegaron Habanera (perteneciente al primer disco Ensayo y error) con unos magníficos arreglos de tres cubano por parte de Álvaro Navarro, una pura y desnuda Ensayo y error a guitarra, voz y percusión, y la colaboración espectacular de Joaquín Sánchez tocando el clarinete mientras Alberto Alcalá ofrecía a guitarra y voz la canción Negro. Cuando Joaquín bajó del escenario y dejó al protagonista de la noche solo sobre las tablas el público tuvo la oportunidad de disfrutar de un nuevo tema, que como el mismo autor dijo no tiene título todavía, que quizá, desde mi punto de vista de una única escucha del mismo, sea la canción más puramente flamenca que haya escrito Alberto Alcalá ya no sólo por su empaque musical sino sobre todo por la lírica de la letra («y mis manos florecen de rocío / con sus amores mundanos / y sus sudores baldíos»).
Con toda la banda de nuevo sobre el escenario vino la parte final del concierto con los temas Modales, Por derecho, El viajero (con la colaboración a la voz de Javier Ruibal que le impregnó una cadencia en lo cantado diferente a la grabación del mismo en Ensayo y error, y que le dió un color muy bonito a la musicalidad de la canción), Lola y Manuel, El arenero (con la sentida voz de Diego Guerrero acompañando a Alberto Alcalá) y Graná como un fin de fiesta magnífico con todos los invitados (Leo Minax, Joaquín Sánchez, Javier Ruibal, Diego Guerrero) sobre el escenario junto a Alberto y su banda de tres musicazos increíbles (Nasrine Rahmani, Álvaro Navarro y Mario Carrillo).
Como decía Lorca en el poema anteriormente citado: «¡si mis dedos pudieran / deshojar a la luna!»… pues si mis dedos pudieran deshojar la luna yo me limitaría a pronunciar el nombre de Alberto Alcalá en la oscuridad porque, como él mismo cantaba en el tema nuevo que nos brindó el pasado miércoles en Clamores, su «(mi) voz es un candil en la tiniebla que no tiene ansia de eternidad ni de ganar las guerras». ¡Qué paz vivir con la pasión de haber escuchado la música de Alberto! ¡Qué eternas sus canciones y su concierto de Clamores que será imposible de olvidar!