Artista: Javier Ruibal
Lugar: Teatro Fernán Gómez (Plaza de Colón, 1)
Fecha: 9 junio 2016
Sonaba un popurrí de canciones en una radio antigua cuando Javier Ruibal, vestido de domingo con una sonrisa de reunión familiar y un traje de elegante puesta en escena, aparecía sobre el escenario para abrirnos la puerta de Casa Ruibal. Comenzaba a soplar una brisa del sur por todo el escenario del Teatro Fernán Gómez y se apoderaban del patio de butacas los primeros acordes de la guitarra del gaditano. Javier introducía el espectáculo contando de las primeras canciones que el niño, que se dejaba adivinar tras la barba cana y la solemnidad de un artista consagrado, que jugaba a robarle al mar la esencia del tiempo cantaba con sus amigos por la bahía de Cádiz. Aquellas primeras canciones, de risa infantil y un vendedor ambulante que daba color a las tardes de playa, vinieron con Ruibal a Madrid, con la voz de su añoranza, y dieron lugar al Toíto Caí lo traigo andao. Aparecían sobre las tablas del Teatro Fernán Gómez Javi Ruibal, Iñaki Salvador y una Lucía, disfrazada de niña, que nos representaba cualquier escena vivida años atrás en la Casa Ruibal, ya no en la que esa noche había en el escenario sino en la que todos los días hay en el Puerto de Santa María. Comenzaba el concierto.
<<Agua serás para el agua, y para la luz, cristal de su cristal, al universo diste tu palabra y con el alma la defenderás>>. Y todas olas del mar en cada golpe de percusión que Javi Ruibal daba en la calma del viento sin cielo. Y Lucía que abandonaba el escenario para volver más flamenca y su padre, esto es Javier Ruibal, empeñado, ¡bendito su empeño!, en desengranar canciones ante la complicidad, en miradas y notas, de Iñaki Salvador al piano. Besos en abril, Y la noche afuera, La flor de Estambul, Por tu amor me duele el aire… Y Javi disfrutando en las percusiones, siempre con la felicidad en la comisura de los labios, y haciendo disfrutar al público. Y Javier con su guitarra y su micrófono de diadema cantando por todo escenario llenando el auditorio con su voz y sus melodías fuente de color y vida. Y Lucía que entraba y salía del escenario para llenar Casa Ruibal con su arte y con su baile. <<Ya estabas bailando cuando lo soñaste, esa del espejo no era otra sino tú, para que tus dedos bordaran el aire te prestó la luna un mantoncillo azul>>. Y los espectadores que nos olvidamos de Iñaki y de su piano, y de sus miradas de complicidad con Ruibal, y de la guitarra de Javier y de Javi al fondo del escenario dándole eco y ritmo a la noche. Y Lucía extendiendo los brazos y las paredes del teatro sudando un temblor. Y más canciones. Baila Lucía, Aurora, A favor de tu piel. Guárdame, Agualuna. Y el tiempo que pasaba en una Casa Ruibal donde un relojero divino debería hacer parar todos los relojes. Y más aplausos. Y <<Bendita la gracia de tu anatomía cuando de pronto se arranca a bailar por bulerías>>. Y más Lucía siguiendo el ritmo del cajón flamenco de Javi. Y más mar inundando el subsuelo de Madrid que sentía como besos los zapateados de la bailaora. Y más canciones. Los hijos de la Pensión Triana, La rosa azúl de Alejandría, El amor, Cine Macario. <<Y por el balcón que mira a la alegría, asoma un clavelillo de pasión… baila Lucía>>. Y el aplauso final.
La radio antigua volvía a hacer sonar aquellas canciones que ya se habían escuchado al comienzo del gran concierto que se acababa de disfrutar en el Teatro Fernán Gómez mientras los espectadores abandonaban sus butacas y la puerta de Casa Ruibal se cerraba. Un gran concierto acababa de ocurrir dentro del ciclo Flamenco Madrid 2016. Casa Ruibal fue una maravillosa conjunción de un repertorio de grandes canciones, de la frescura de la percusión de Javi Ruibal, de la clase de Iñaki Salvador al piano, de la voz y el arte de Javier Ruibal y de una espectacular Lucía Ruibal al baile.