Artista: Gatoperro
Lugar: Bar Calvario (c/Calvario 16, Madrid)
Fecha: 30 de mayo del 2015
Porque hay bares donde persiguiendo a la noche hemos encontrado el bostezo de otro día. Porque hay lugares oscuros que así son ya que en ellos nos hemos bebido toda la luz. Porque la mejor gente siempre se reúne en los peores sitios. Porque los peores sitios son los sitios mejores. Porque primero fueron las calles y luego los garitos en ella. Porque a veces también viceversa. Porque hay calles que toman el nombre de las historias que allí pasaron. Porque entonces la calle Calvario, sin saberlo, asfalta la deuda de los mil nombres que en su número diciseisavo pueden haber surgido. Porque los yonkis de la noche nos quedamos huérfanos al saber que el Bar Calvario cierra sus puertas. Porque hay tristeza tras tanta alegría. Porque cuando buscamos razones siempre nos las dan las canciones.
El Bar Calvario echaba el cierre definitivo a finales del pasado mes de mayo, y para des-celebrarlo (porque es dificil celebrar que cierre el que ha sido un hogar nocturno en la vida por Lavapiés) el sábado 30 de mayo Gatoperro, David Llosa, ofrecía un concierto a guitarra y bourbon. Después de haber ofrecido 53 recitales dominicales, ciclo con el nombre Tardes y mal, el autor de Noches alegres, mañanas tristes cantaba por última vez en el bar donde siempre había un grifo de cerveza, una definición del término canalla y un rockero de pelo rizado y barba apostado en la barra (bien dentro o fuera de ella).
Sonaron aquella noche algunos de los temas de los dos últmos discos publicados por Gatoperro (Juglar y Noches alegres, mañanas tristes) como Borracho profesional, Moscú, La tormenta tropical, Doctores, Beber o Te follaste a mi mejor amigo. También una versión del Adiós amigos, adiós! de Los Rodríguez. Pero sobre todo lo que pudimos escuchar son canciones inéditas que espero que pronto estén disponibles en un próximo disco del artista vallisoletano. Los temas que Gatoperro nos ofreció tienen, desde mi punto de vista, una madurez lírica increíble en la línea de letra poética y filosóficamente bien trenzada como en la maravillosa De cadenas y pájaros del disco Juglar. Sin perder el rock, el canallismo (si no existe este término lo inventamos hoy) y el desparpajo musical del sonido que nos tiene acostumbrados, Gatoperro se mostró en sus temás inéditos como un buen songwritter que prima letra a la composición y, como he dicho sin abandonar el rock, aborda sonidos más cercanos a la música popular como la ranchera y el tango. Desgraciadamente no recuerdo versos, porque aquella noche yo escuché versos y no frases, de los temas que disfruté, pero sí que puedo compartir una de mis canciones favoritas de la historia musical de Gatoperro que (creo) se titula y puede escucharse en el siguiente enlace (en el minuto 27.30).
También esa noche pudimos disfrutar del estreno del videoclip Vida de gato.
Fue la noche del 30 de mayo un bonito adiós al Bar Calvario con el increíble concierto de Gatoperro. Fue el 30 de mayo un por qué sin ningún porque de respuesta. Fue el 30 de mayo el primer día, más bien la primera noche, que en el Bar Calvario no escuché en mi cabeza la canción En el último trago de Jose Alfredo Jimenez; sino que al salir del garito, sabiendo que nunca más volvería, lo que escuché, escapando por la puerta tras de mí, fue el Que ya te vas diciéndome: «que ya te vas, que no merezco ni tu adiós ni nada, que seas feliz y a ver si encuentras lo que yo te daba».