En el año 1998 Carlos Chaouen publicaba su primer disco, cuyo título tomaba su nombre artístico (Carlos Chaouen), y en el año 2022 Carlos Chaouen, el genio que se manifiesta tras Juan Carlos Sánchez Ceballos, anuncia su gira de despedida. Es cierto que en los últimos años Carlos Chaouen se ha prodigado poco en los escenarios porque, quizá por sus propias circunstancias o quizá porque los escenarios cambiaron la tarima por silencio de mascarillas, Juan Carlos ha decidido desarrollar más su otra carrera profesional, que es la psicología, dejando a un lado la música. Desde 1998 hasta el año 2022 quedan ocho discos de estudio (Carlos Chaouen, Maldita, Universo Abierto, Totem, Horizonte de sucesos, Respirar, En la frontera y Refugio), un recopilatorio (Universo Totémico) y un álbum que queda en ese espacio, de azul suelo y blanco pared, de recopilatorio y rarezas y grabación en directo (7300 días). Sin duda, hablando en plata, es una putada el pensar que no veremos más a Carlos Chaouen en directo, porque admitámoslo los que le hemos visto alguna vez (¡algunas / muchas veces!) que la verdad de sus canciones estremecen más en concierto que en los discos (habría que debatir de las producciones, y yo pondré mi opinión en las próximas líneas). Pero también es una suerte, ¡asombrosa suerte!, haber disfrutado de sus canciones, que quedarán para siempre porque todos los semáforos en rojo son puntos de derroche, y de sus indescriptibles, y a la vez indefinibles a veces, conciertos. Voy, en esta entrada, a intentar, no sé si como homenaje al artista o como ajuste de cuentas conmigo mismo, hacer una selección eventual de las canciones suyas que considero más representativas de cada disco.
Carlos Chaouen (1998)
Voy a rescartar de este primer disco la canción Cuatro acordes, tan proclive a la canción urbana que en un contexto de cotidianidad hace una declaración de intenciones (aunque lo de lo «cuatro acordes y no sé más» es poco representativo de la complejidad armónica que siempre han tenido las canciones de Carlos Chaouen). Y también la magnífica, también aparantemente enclavada en la supuesta historia costumbrista, Tu ombligo donde se adivina la poética, entre lo visual y lo ecléptico, que siempre han tenido las letras del cantautor gaditano.
Maldita (2000)
Rescato de este disco Carita de pena por esa estructura, tan propia de Chaouen, de estrofas arpegiadas y estrofas que crecen para quedarse en nuestro coro repetitivo jugando entre la rima asonante encontrada y la frase filosófica que llega para revolverse en nuestro propio entendimiento. También se queda en esta selección la canción Impertinente, primero por la misma razón que acabo de relatar del estribillo de Carita de pena, y segundo porque musicalmente deja entrever una de las influencias musicales de Chaouen que es la música del sur (lo que queda a un lado y al otro de aquellas columnas de Hércules), aunque en este caso de Impertinente se vista de son de ultramar. Sin duda no pueden quedarse fuera de mi criba de Maldita las canciones Mi habitación en tus pupilas y Vente. La primera por algo que queda muy latente en la obra de Carlos Chaouen, y que veo paralelismo, salvando y sin querer salvar las distancias, con la obra de Antonio Vega que es el hecho que la lírica, como la guitarra o el bajo, es un instrumento más de la canción. Algo que suena bien en nuestros oídos aunque no sepamos desengranar para explicárselo a nadie… ni tan siquiera a nosotros mismos. Y Vente, aunque menos ecléptica en la letra que Mi habitación en tus pupilas, también goza de esa magia de que necesita varias escuchas, o varios años haciendo varias escuchas, para poder entender la fotografía relatada.
Universo abierto (2004)
Tras dos primeros discos que quizá pasaron desapercibidos para crítica y público (¡qué bien queda esta frase! Y a la vez… ¡qué puta mierda de frase!) llegó Universo Abierto para demostrar, quizá con una producción más digna en lo técnico y más alejada de lo orgánico (si entendemos como orgánico lo que respira sobre un escenario), que Carlos Chaouen merecía un sitio de honor en el panorama estatal de la canción. De este Universo Abierto voy a rescatar, y no sólo por la proyección momentánea que pudo tener en la voz de Ana Torroja, la canción No me canso, y también por las mismas razones que unas líneas atrás destaqué Cuatro acordes. También voy a seleccionar La feria de tus labios, además de estar muy en la onda de lo dicho con Impertinente, por aquello de que esta canción, con una llamada nocturna desde una cabina de teléfono de por medio, hace dupla en nuestra historia de la canción popular con la canción Día de feria de Quique González (artistas ambos, Carlos y Quique, que se procesan admiración mutua y a la vez han llevado orientaciones musicales tan poco adyacentes). Privado no se puede quedar fuera de esta selección por la verdad de los versos: tú como mujer encaramada a los andamios de mi inexistencia… ¿hace falta decir más para que Privado esté aquí?. Y, por supuesto, Pintando en el cielo es una de esas canciones que no puede faltar en los conciertos de Carlos Chaouen ni en el playlist de cualquiera que le guste la canción de autor. Quizá ese preludio sinfónico que inicia Pintando en el cielo ya sabía que el tiempo daría la razón, como obra magna, a Pintando en el cielo.
Totem (2005)
Si Universo Abierto establecía un antes y un después en la discografía de Carlos Chaouen, entonces Totem prometía un después y un siempre. Maravilloso disco, aunque desde mi punto de vista con una producción poco afortunada porque creo que se intenta alejar de la canción de autor sin llegar a ser certero su periplo al rock. De Totem voy a rescatar la maravilla de Corazón, que se hace aún más grandiosa con la voz visceral de Kutxi Romero, y la increíble Buenos Aires que, en contraposición lírica a Corazón, nos sacude emocionalmente con un lenguaje más mundano. Sin duda La vida amurallada, que cuenta de una manera tan gráfica la verdad de la franja de Cisjordania, y Faro del paraíso, donde Carlos Chaouen le da rienda suelta a otra influencia brutal en su música como es el flamenco. Y si tuviera que elegir una canción, solo una canción, de la discografía de Chaouen sería la obra maestra contenida en este disco, aunque también bonus track de Universo Abierto, que es Semilla en la tierra. ¿Qué puedo decir de Semilla en la tierra? ¿Voy a resolverle a alguien los segundos (minutos o años) que uno perplejo pasa en silencio después de escucharla? ¿Puede alguien describir la Alhambra de Granada a un ciego o el instante en el que una ola se pierde en la arena de una playa a alguien que nunca vió el mar? Pues eso: Semilla en la tierra. Escúchenla.
Horizonte de sucesos (2008)
La mejor manera de describir este disco, por cierto uno de mis favoritos en cuanto a canciones, es intentar reproducir las palabras que le escuché a Carlos Chaouen en una entrevista en TeleMadrid hace unos años. Venían a decir algo como «quien quiera letras diferenciales este es el disco». Pues eso. Aunque las letras de Chaouen siempre han sido magníficas, en este álbum creo que toman un vuelo poético superior. Y así voy a destacar canciones como Fuera del cielo, Retinas de Alquiler y la asombrosa Comer Acero. También creo que Horizonte de sucesos es una rara avis, en lo que en cuanto a producción musical se refiere, que va envejecer (si acaso un disco envejece en lugar de madurar) muy bien.
Respirar (2011)
Si una de mis quejas, bendita queja porque es más que salvable, es que las producciones de los discos Carlos Chaouen no transmitían la emoción que las canciones emaban en los directos, Respirar se sale de este argumento. Lo que consigue Joaquín Calderón en Respirar es lo que algunos buscábamos desde hacia tiempo. Es muy dificil rescatar menos de una docena de canciones de este disco de doce canciones. Pero si tuviera que sacar a la palestra algunas pondría Desatado (¿puede haber una letra más fabulosa que la de este tema?) o la obra maestra, casi a la altura de Semilla en la tierra, de Flores Secas. También El tiempo o Mundo numérico, con esas letras tan filosóficas y cercanas a la deidad, deberían ser temas que sonaran en nuestros despertadores cada mañana… o (o quizá y) en nuestra memoria cada noche al acostarnos a soñar. Este querer estaría junto a estas dos últimas salvo que en ella quiero destacar, una vez más, la índole flamenca, de raíz que muestra la flor ocultando el tallo, que tiene.
En la frontera (2014)
Este es un disco que para mí ha pasado bastante desapercibido. Quizá la arena de la duna de Punta Paloma se me metió en las orejas y nunca le puse tímpano, horizonte y viento a este álbum. Voy a rescatar Cartón en la hierba por un cierto aire a Spinetta, salvando las distancias y las fronteras, que me sopla al escucharla. Y también Los jugadores por la brisa fresca que me aventa el resto el disco y me refresca con un cierto recuerdo a ese rock de autor en castellano con influjos norteamericanos bien traídos a Berriozar.
Refugio (2020)
Sin saber hace dos años, cuando se publicó el disco, que Refugio podría ser el último álbum de Carlos Chaouen ahora mismo me reafirmo en decir que es la mejor despedida. Refugio creo que sintetiza de alguna manera todo Chaouen en nueve canciones. Tiene el rock siempre pretendido en los tres pimeros cortes (destaco la envolvente y maravillosa Tú y yo), el enganche con En la frontera en El cielo aquí o ¿Quién soy?. También tiene Refugio una obra maestra como Hambre y sed (maravillosa letra que solo Carlos Chaouen podría hacer en versos como «toda mirada es un intercambio de hambre, toda palabra es un intercambio de hambre») o la sorprendente en lo lírico y musical de Un millón de soles; solo los grandes pueden sorprender después de ocho discos y más de veinte años de carrera. Y todo acaba con esa influencia flamenca en El loco (canción que sonó en muchos de sus conciertos y nunca fue editada hasta este momento) y la búsqueda sonora de Divina-Mente.
Todas las canciones nombradas en este artículo están recogidas en esta playlist de youtube.
Las fechas de la gira despedida 2022-2023 de Carlos Chaouen se pueden consultar en su web: http://www.carloschaouen.com/events.html