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El dinero es un perro que no pide caricias

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El dinero es un perro que no pide caricias, así se titula el último poemario de Ángel Petisme. Y si el dinero, como perro, no pide caricias, el poemario del poeta y cantautor aragonés tampoco las pide, pero si se las das encuentras la suavidad de las imágenes poéticas en una piel áspera hecha de versos críticos. El dinero es un perro que no pide caricias se divide en cuatro bloques: Un minuto caliente, Dinero y poesía, Decadencia y el último Revolución. En el primero, Un minuto caliente, encontramos una poesía que corre con la fuerza, la elegancia y la rabia de un galgo. Un poema largo, la memoria sentimental y musical de un poeta que también es músico y que en una explosión de placer, desde lo más ínfimo del ser humano que se vacía, invita al lector a viajar por décadas de nombres, canciones, versos, deseos concebibles y placeres exacerbados.  En un minuto caliente el lector se deja llevar por la tormenta espesa de un lenguaje que te hace girar y girar dentro de una espiral que se termina convirtiendo en una circunferencia: “A veces una canción, un cuerpo sin retorno, / un grito en medio de la noche, / te transportan a una sensación no codificada, / son un viaje al minuto caliente / y te sientes sin noción de pecado”. En el segundo bloque del libro, Dinero y poesía, nos encontramos un poema que establece la discusión entre poesía y dinero. “El dinero es una guerra entre negocio e inmoralidad, balance de beneficios; / la poesía, un conflicto entre espíritu y lenguaje, / baile benéfico de pérdidas y extravíos, / un combate de la inmortalidad”. Dinero y poesía sujeta de una manera conceptual el libro y te ladra versos que te sacuden tras la vorágine de Un minuto caliente. En el tercer bloque, Decadencia, encontramos las caricias sobre el pelo lacio del perro, la poética más elaborada, la intelectualidad en las continuas referencias literarias y culturales, el tránsito por ciudades, recuerdos, corazones y paisanajes. El aullido desgarrado de un perro solitario. Zaragoza, Venecia y la belleza que se sumerge en las aguas de los poemas. “Y esta noche mágica el eco entre espejos, / donde perece un dios estremecido, / me pregunta: ¿has encontrado / una sola razón para contar tu vida?”. Y en la última parte del poemario El dinero es un perro que no pide caricias, llamada Revolución, un retrato, propio pero colectivo, de los días posteriores al 15 de mayo del año 2011. La poesía es la conversación del hombre con su tiempo decía Antonio Machado en boca de Juan de Mairena, y así en Revolución Ángel Petisme se sacude todas las pulgas de un mundo, contaminado por altos niveles del tóxico dinero y su efecto nocivo en las moralidades humanas, que merece ser cambiado y charla de tú a tú con su tiempo, con el del 2011, y con este de ahora que es eterno como un fósforo que se enciende, un libro que se cierra o un perro que en silencio nos observa.

Con El dinero es un perro que no pide caricias Ángel Petisme ha ganado el Premio de poesía Miguel Labordeta 2015.

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